Imágenes: Walt Disney Studios Motion Pictures
Lo único que traen las guerras es muerte; sólo un ser que sea racional puede estar por encima de cualquier bando, sin importar su nacionalidad, ése puede ser un “Caballo de Guerra”.
Al nacer, un caballo común y corriente es libre, tiene contacto con la naturaleza y puede pasar todo el tiempo que quiera al lado de su madre. Sin embargo, un buen día este animal sin voz ni voto es subastado cual esclavo y el mejor postor resulta ser un terco y borracho campesino que, por si fuera poco, tiene muchas deudas debido a la renta del campo en el que trabaja. Para su fortuna, su hijo Alberto Narracott (Jeremy Irvine) logra educar al caballo y resulta muy útil, incluso cuando su raza no es la apropiada para hacer labores de campo.
Albert y el caballo, a quien nombró Joey, van uniéndose cada vez más, pero las deudas no terminan, por el contrario siguen siendo preocupantes; es así como el caballo nuevamente es vendido sin voz ni voto a los militares quienes están por entrar en guerra; un caballo siempre les será útil para poder montarlos en combate. Albert y Joey son separados, esperando poder encontrarse en un futuro, cuando la guerra haya terminado y Joey haya logrado sobrevivir.
“Caballo de guerra” muestra la naturaleza despiadada de los humanos y el amor incondicional que puede entregar un simple caballo. El director, Steven Spielberg, nos muestra lo absurdo de las guerras que siempre traen consigo más guerra y, al mismo tiempo, plantea una relación de amistad que perdurará sin importar qué obstáculos se encuentren en el camino, ni siquiera la bandera de qué nación estén defendiendo en ese momento.