Inicia temporada de “Una luna para los malnacidos”

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Imágenes: Cortesía

La obra “Una Luna Para Los Malnacidos” inició una temporada en el Foro Lucerna que va del 1º de abril al 19 de junio en la Ciudad de México, con funciones los viernes 20:45 hrs, sábados 19:00 hrs y domingos 18:30 hrs.

 

“Una Luna Para Los Malnacidos” se presentó con localidades agotadas en La Casa del Teatro Nacional, dentro del marco del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá; con funciones del 23 al 27 de marzo.

 

Ganadora del premio de la ACT a Mejor Obra del Año, “Una Luna Para Los Malnacidos” es una obra de teatro coproducida por la UNAM y CHIBAL.

 

“Una Luna Para Los Malnacidos” es protagonizada por Patricio Castillo, David Hevia, Alaciel Molas y José Juan Sánchez. La dirección es de uno de los creadores escénicos más importantes de la actualidad: Mario Espinosa.

 

El escenario es como una Luna de piedra que se reflejará a la entrada de la granja de Phil Hogan y su hija Josie; quienes reciben la visita del dueño, Jim Tyrone y de algún vecino patético a quien sacan despavorido de la escena; o es un pequeño anfiteatro en donde tiene lugar el ritual de ocultamientos y revelaciones que es esta versión mexicana del clásico Una luna para los malnacidos, del Premio Nobel estadounidense Eugene O’Neill. Los actores son portentosos; y su tono de voz cálido y su dicción perfecta no dejarán que se pierda una sola palabra dicha en el escenario, pues no querrás perderte una palabra de esta obra de humor salvaje y amor filial mudo.

 

Los diálogos joviales reproducen el don de insultar de ciertos personajes de Shakespeare (como el magnífico Falstaff), y todo el primer acto es una exhibición de ingenio donde el espectador no sabrá si odiar o querer a Phil, el padre boquisucio de Josie; a ella misma, que tiene siempre un palo en la lengua y en su mano para vapulear al que sea; o a Jym, el borracho que disfruta aguijoneándolos para que enseñen su maravilloso arsenal.

 

Los caracteres se van revelando como muñecas rusas tras sus ocultamientos y una mala reputación creada con esmero; el tono de la obra se hace más grave y parece anunciar la imposibilidad de alguna relación honesta entre los tres. Pero el segundo y último acto lo dejará con los ojos empañados ante el descubrimiento de que ninguno es el caso perdido que dice ser frente al otro. La obra abre con el padre y la hija concibiendo los insultos más ácidos para molestarse. Y pretende cerrar de igual modo; pero ese día todos han tenido que hablar de la forma extraña en que se aman, y su máscara de rudeza dejará de encajarles.