Reseña: “El aprendiz”

: Erick Moreno; 24 Octubre 2024

Reseña: “El aprendiz”

Imágenes: Cortesía Diamond Films

Llega a las salas de cine “El aprendiz”, película protagonizada por Sebastian Stan encarnando a Donald Trump, cuando era un joven empresario inmobiliario que supo hacer historia.

La película examina la carrera de Trump como empresario inmobiliario en Nueva York en las décadas de los 70 y 80, con un toque de drama. Desde luego, al ser una historia biográfica, se incluyen muchos datos, sucesos, toma de decisiones y toma de consejos de sus mentores, y de todas aquellas experiencias que forjaron el carácter y la visión de un hombre controversial que actualmente sigue siendo noticia y que continúa haciendo historia, centrándose en los años en que forjó su figura de magnate en el ámbito inmobiliario con una gran caracterización de Sebastian Stan quien va denotando más la actitud del ya conocido político norteamericano a lo largo de la película.

Puntualizando dos aspectos primordiales en cierto rubro sociocultural y socioeconómico, la traición y la mentira, “El aprendiz” busca definir y retratar estos aspectos del ser humano, aspectos que definen muy bien el ámbito en el que se debe desarrollar y desenvolver, sobre todo cuando se tiene mucha avaricia y sangre fría para tomar decisiones que no muchos se atreverían a tomar con tres reglas: Ataca, ataca, ataca; No admitas nada, niégalo todo; y Admite la victoria y nunca admitas la derrota. Reglas que el joven Trump hace suyas y son justo estas reglas las que definen su filosofía de vida en los negocios.

Mostrando un lado sumamente mundano, egocéntrico y hedonista, la película retrata el paso de un joven que vive bajo la sombra de un padre opresor y racista, hasta el de un astuto monstruo de los negocios tras seguir las reglas de su mentor para después convertirse en el “señor asesino” que es actualmente; aclarando que, para el personaje de la película, esto significa “ganador”. El pobre de Donnie se compra las mentiras de una ideología absurda, pero funcional en el ámbito de la política y de los negocios, mentiras que terminan por definir su carácter y sus acciones al paso de cada etapa de su vida.

Con un excelente argumento, una sucesión de acontecimientos y una detallada descripción de la vida privada del magnate, “El Aprendiz” logra no solo capturar la atención del público, sino que, además, define muy bien el proceso de enajenación en la que cae el señor Trump, casi como su propia religión, ideología de la que ya no puede escapar. Es así como la película explica los modos y maneras de actuar de este personaje mediático en todo lo que se hace público en la actualidad, siendo muy puntual al señalar los rasgos perversos del individuo que, aunados al abuso de poder, lo convierten en el personaje controversial que todo mundo conoce.

“El Aprendiz” resulta una película entretenida, pero, sobre todo, aleccionadora, que arroja luz sobre aquellas cosas que se conocen de antemano, pero que la sociedad pierde de vista rápidamente sobre el manejo de la información, las actitudes y opiniones de políticos y presidentes, así como del abuso de la fuerza y la extorsión para lograr todos los objetivos que desee un individuo sin escrúpulos, ni vergüenza. Como se señala en la película, solo algunas personas nacen con ese talento, aunque en el fondo, más que un gen y un talento innato, es más bien el resultado de una educación y una experiencia infantil incorrectas, llenas de traumas y de mala instrucción.

“El mundo es un desastre”, dice el ya maduro Donald entre sus argumentos, sintiendo orgullo y creyendo tener la verdad última, exhortando a su interlocutor: “¡Ataca!”. Asimismo, cuestiona: “¿Qué es la verdad?”, diciéndose para sí mismo la mayor falacia que él cree: “Debes tener habilidad natural, se nace o no, está en los genes, lo tienes o no lo tienes”, permitiéndonos entender su estrecha visión de la realidad y su carente sentido de empatía en la que ganar significa ser arrogante y lograr obtener los beneficios económicos a costa de lo que sea.

“El aprendiz”, entonces, revisa las relaciones entre zorros que no se tientan el corazón para dar la espalda o apuñalar incluso a su mentor con tal de sentir que se tiene poder y que se ha logrado el éxito que se ha soñado. Una ideología que se relaciona con el ideal del clásico “sueño americano” en donde la vanidad y el aparente poder adquisitivo son la única meta en esta vida y que un “ganador” es sencillamente el que se sale con la suya, burlando la ley y siendo desleal hasta con la propia familia.