Imágenes: Erick Moreno
El musical “Vanora Druk, el Volcán del Mar” llega al Teatro Milán con una historia fascinante y musicalmente bien contada.
“Solo si has muerto no puedes contar cuentos”, es una de las tantas frases que resuenan a lo largo de la historia de la joven Vanora, audaz muchacha. A causa de su temperamento y de su extraña facultad para transgredir las normas de los abuelos y de sus costumbres, es invitada a salir de la isla para encontrar su caracola y con ello conocer su verdadero origen. Acompañada de su más fiel amigo de toda la vida, después de haber sobrevivido al mal clima en aquella isla, arranca una aventura de peligros y de descubrimiento de su pasado.
Ulises Aquino (batería), Oscar Levi (violín), Jorge Mejía (bajo), Andrés Saráchaga (guitarra y compositor), y Alba Messa (dramaturgia, compositora y personaje principal), dan muestra de su pasión, talento, disciplina y entrega total a este proyecto mexicano estrenado el pasado 1º de octubre y que cuenta mágicamente el relato de la joven Vanora quien 19 años atrás fue encontrada a orillas de la isla de Druk, poseyendo solamente una caracola, misma que desaparece obligando a la chica a tratar de recuperarlo a través de los mares, entre piratas, criaturas mitológicas y un secreto que solo el fuego puede revelar.
“Vanora Druk: El Volcán del Mar” es una muy inteligente puesta en escena musical en la que se conjuga el diseño de producción, un vestuario muy colorido, música en vivo, canto, teatralidad y una forma narrativa sumamente bien cuidada y entretenida que aborda temas muy habituales del ser humano, basados en la premisa de que todo lo que realiza una persona que puede cambiar al mundo comienza con un corazón roto. Además, se hace alarde del poder de la fuerza de voluntad, de la intrepidez, de la amistad y del amor, así como del atrevimiento y el arrojo de quienes tienen sangre pirata.
La historia captura la atención con su magia musical por el uso de recursos sonoros vocales, sumado a la instrumentación y ejecución de instrumentos en vivo usados como parte de la escenografía y de los componentes del espacio onírico que recrean a través de una teatralidad justa y bien medida que nunca parece exagerada; por el contrario, totalmente bien justificada, dando realce a la tremenda narración que realiza el personaje principal, Vanora, en quien recae el peso de la narración, explicación y foco, por ser la protagonista y autora.