Imágenes: Cortesía Evan Zimmerman | Met Opera
Llega al Met de NY una de las óperas imprescindibles. “Salomé” refleja los deseos pasionales por un hombre que redacta el mismo Óscar Wilde.
Lo que se encuentra primeramente en la ópera “Salomé” es la presencia de una súper orquesta como personaje principal en esta grandiosa historia y, desde luego, se percibe el tremendo trabajo vocal de la protagonista quien debe ir mostrando la sexualidad del personaje, sus pasiones y todos los cambios de humor a los que se enfrenta y que sirvió de excusa para Oscar Wilde, quien no pudo vivir a plenitud su homosexualidad en aquellos tiempos.
Con 120 músicos a cargo de una orquesta que va a proferir choques salvajes que representen a un grotesco Herodes y a su pecadora concubina Herodias, Richard Strauss sabe contar la historia con la ópera bajo el recurso del leidmotiv, con una ópera que no cuenta con Arias ni dúos, sino que es presentada con música continua y ligada, algo que se conoce como continuidad dramática (continuidad de acción), para generar más una sensación de ser más una obra de teatro.
La armonía, los colores y los sonidos representan los rasgos característicos de los personajes, cuyas melodías clave que los identifican se escuchan reiterativamente a lo largo de la obra en la que también sobresale una integración de la disonancia sonora, más accesible al oído humano. Por otra parte, cabe destacar que cantar “Salomé” es de lo más difícil y extenuante que puede haber en la ópera, porque, además de cantar por dos horas continuas, requiere gracia, belleza y generar toda una acuarela de texturas, lo mismo que el bajo barítono que representa a Jochanaan; debe sonar épico y juez señalador de los pecados de Herodes para transfigurarse en un elocuente e inspirado profeta que describe la llegada del Mesías Jesús.
Respecto a la música de esta ópera existe una opinión muy categórica: “Es tener un enjambre de abejorros en la ropa interior”, según el padre de Strauss, quien no pudo estar en el estreno de dicha obra pues falleció unos meses antes de tal evento, pero que pudo saber cómo sonaba con tan solo ver la partitura, y casi reprendiendo a su hijo por tal fechoría de composición. Pero por su lado, Strauss tenía la postura que mantuvo en su obra “Capricho”, obra que habla sobre la misma ópera como personaje, quien es asediada por un escritor y un músico, en donde se lee: “Las palabras suenan, los sonidos hablan, todo es confusión”, y aquí, en “Salomé”, se ve representado este sentir, en donde la pura música cuenta la historia completa con cada uno de sus personajes y la trama central.
El director Musical del Met, Yannick Nézet-Séguin, este 17 de mayo se pone al frente de la orquesta para dirigir la tragedia en un acto de Strauss, que fue transmitida en vivo desde el escenario del Metropólitan Opera al Auditorio Nacional. Liderando la primera nueva producción de la obra en veinte años. Claus Guth, uno de los principales directores de ópera de Europa, quien traslada la historia bíblica a la era victoriana con una agudeza psicológica que refleja los instintos más sódicos y perversos de una mujer trastornada.
La soprano sudafricana Elza van den Heever encabeza este elogiado elenco como la antiheroína que es abusada, abusiva y muy desequilibrada, haciendo mancuerna con el barítono sueco Peter Mattei como el profeta encarcelado Jochanaan; el tenor alemán Gerhard Siegel como el lujurioso padrastro de Salomé, el rey Herodes; la mezzosoprano estadounidense Michelle DeYoung como su esposa, Herodías; junto al tenor polaco Piotr Buszewski como Narraboth. Entregando actuaciones magistrales en medio de un escenario impactante.