Imágenes: Cortesía Editorial UOC
- En “El viaje romántico”, Ricardo López Si trata de unificar la experiencia de viajar, con los lugares de donde han surgido grandes historias literarias.
- El culmen de la experiencia es donde se conecta al viajero de hoy con un mundo que ya no existe, pero que sentó los precedentes de lo que somos hoy.
En 25 relatos, el joven viajero y escritor mexicano, Ricardo López Si, plasma sus experiencias por el mundo a través de “El viaje romántico”, un libro que, más allá de ser un anecdotario de crónicas de viaje, es una mirada a la historia, al arte y a la vida y obra de algunos personajes célebres.
“El viaje romántico” se publicó primero en España (2021) y ahora llega a México de la mano de Editorial UOC, en su colección viajera Cuadernos Livingstone. A través de sus 200 páginas, López Si lleva al lector de la mano para mostrarle, a partir de su mirada, aquellos escenarios que han sido sedes de batallas, de leyendas, de mitos y de la creación de la historia contemporánea alrededor del mundo.
“Me formé como lector y viajero en paralelo, por eso la ambición de construir estos relatos viajeros con un vínculo muy estrecho con la lectura. Todos los estímulos de viaje que reconozco parten de la literatura, de la historia, del cine, del arte. Por eso quería que el concepto de romanticismo, que no alude al amor romántico sino a la mirada romántica, fuera una amalgama para envolver todos estos relatos”, indica el autor.
Aclara que más que un libro, es un manifiesto, pero no sobre el viaje como desplazamiento físico, sino acerca de cómo mirar, puesto que los viajeros contemporáneos han perdido la capacidad para asombrarse y conmoverse.
“El viaje romántico” se compone de 25 relatos divididos en cinco temáticas diferentes: Coordenadas, Señas de Identidad, Lápidas, Héroes y Fronteras, que son un resumen de cinco años de viajar por el mundo -antes de la COVID-, y de visitar ciudades, como Dublín, Edimburgo, Barcelona, Praga, Oporto, París, La Habana, Viena, Budapest, Ginebra, Londres, Bucarest, Tánger, El Cairo, Teherán, Waterloo, Estambul y Atenas, entre otras.
“Este libro explora narrativas y aspectos que ayuden a conversar con las ciudades de una manera distinta; busca recuperar esa mística de los exploradores antiguos, de ese asombro total y de esa ambición por interpelar el mundo”, indica el escritor.
López Si destaca que su aproximación a varios personajes no fue del todo convencional. El primero que le interesó por sus contradicciones fue Napoleón y, tirando del cordón, descubrió que venía de Julio César, y éste de Alejandro Magno, y que lo interesantes es que todos están, de alguna manera, vinculados. Y es, precisamente, Alejandro Magno el protagonista de su relato “El testigo de Alexandros”, que tiene como marco a dos ciudades: Estambul y Atenas.
“La melancolía que supuso la partida no hizo más que confirmar que con Grecia queda siempre la sensación de no haber conocido casi nada. Con Grecia, viaje de otoño, de Xavier Moret, bajo el brazo, pedí un taxi rumbo al aeropuerto Eleftherios Venizelos, desde la plaza Sintagma. Me recuerdo entonces trazando la ruta de la próxima aventura en la terminal. Fantaseando en torno a la estela de Alejandro Magno en Oriente mientras repasaba mis notas. Ya lo decía Apsley Cherry-Garrard, superviviente de la legendaria expedición polar Terra Nova: la exploración —o el viaje, que es lo mismo— es la expresión física de la pasión intelectual. ”(pág. 146).
“El viaje romántico” busca despertar la curiosidad, porque en sus relatos deja pistas y coordenadas para que los lectores se sumerjan a través de sus propios intereses.
Al definir su estilo al viajar el autor comenta: “El viaje cada vez es más democrático, más accesible, y suele exigir una distinción entre el viajero y el turista. El viajero normalmente ve por encima del hombro al turista, lo ve como alguien menor; a mí no me interesa ocupar ese falso pedestal. Muchos de estos viajes los hice como un turista convencional, incluso siendo parte de tours totalmente esquematizados. Por otro lado, también hice viajes en solitario, persiguiendo cierto tipo de épica, descubriendo cosas, confrontándome con mis propias ideas preconcebidas. No me interesan demasiados los arquetipos de viajero”.
Acerca del arte de la portada del libro, el escritor dice que se trata de una fotografía que él mismo tomó en la mansión de Chaplin, en Los Alpes suizos, donde el icono del cine mudo vivió durante sus últimos años de vida, luego de su destierro de Hollywood por sus supuestos vínculos comunistas. Esta casa está dividida en dos partes: la mansión, que se mantiene inalterable, y la parte de los estudios, la cual reivindica la obra artística del mimo y, en esta área hay una tienda que es donde tomó esta foto; con el tiempo descubrió que es una imagen que muestra uno de sus objetivos del libro.
“Este libro es, ante todo, un homenaje a los que estuvieron antes, aquellos personajes fundamentales en mi formación intelectual y sentimental. E incluso, a veces, pensé en ir más allá: encarnarlos, aunque sea por un momento. Hubo una aspiración genuina de estar en sus zapatos. Por eso la foto de portada con Chaplin refleja perfectamente al viaje romántico que yo quería contar”, concluye.