Imágenes: Cortesía Evan Zimmerman | Met Opera
“Las bodas de Fígaro”, considerada una de las grandes creaciones musicales en la literatura operística de Mozart y del mundo, se presenta en el Met de Nueva York y a través de un en vivo en el Auditorio Nacional.
“Las bodas de Fígaro” marca el inicio de la afortunada asociación entre el genio de Salzburgo que para entonces tenía 30 años y el poeta Lorenzo Da Ponte, escritor y libretista italiano de familia judía, cuyo verdadero nombre era Emanuele Conegliano; en realidad, tomó el nombre del obispo Lorenzo Da Ponte que convirtió a su familia al catolicismo para que su padre viudo pudiera contraer matrimonio con una mujer católica. Así nació el nuevo Lorenzo Da Ponte que habría de elaborar los tres más importantes libretos para las más transcendentales óperas de Mozart: “Las bodas de Fígaro”, “Don Giovanni” y “Così fan tutte”. Da Ponte vivió en la ciudad de Nueva York en la última etapa de su vida, fue profesor de literatura en la Universidad de Columbia, así como amigo del tenor y compositor español Manuel García, quienes juntos comenzaron a introducir la ópera italiana en los Estados Unidos.
El 1º de mayo de 1786 Mozart estrena una de las óperas más reconocidas mundialmente y que, en su tiempo, no fue apreciada. Siendo un compositor difícil que transitó por una ruta independiente en la época de los años dorados de Viena, a los 30 años alcanzó una gran plenitud en la música.
En la habitación que les ha sido asignada en un palacete cerca de Sevilla, Fígaro y Susanna, criados del conde y la condesa de Almaviva, están preparando su boda. Fígaro se enfada cuando su prometida le cuenta que el conde ha intentado seducirla, y está decidido a vengarse de su señor. Aparece el Dr. Bartolo con su antigua ama de llaves, Marcelina, quien también está igualmente decidida a casarse, pero con Fígaro. Ella tiene un contrato: Fígaro debe casarse con ella o devolverle el dinero que le prestó.
Cuando Marcelina se encuentra con Susanna, las dos rivales se insultan. Susanna vuelve a su habitación y entra corriendo el adolescente Cherubino. De aquí en adelante, todo se va enredando entre bajas pasiones, malentendidos, escondidas y escondidos en las habitaciones, verdades reveladas y un sinfín de absurdos que denotan los bajos instintos de quienes deberían mostrar desarrollo personal y control de sus impulsos.
La directora de orquesta Joana Mallwitz, en su debut en el Met, toma el podio para dirigir a un elenco estelar y lo hace con un dinamismo y un toque muy personal en el que incluye al bajo-barítono estadounidense Michael Sumuel, como el astuto sirviente Fígaro, que sorprende por su carisma y plenitud escénica abarcando todo el escenario con su presencia y actuación; la soprano ucraniana Olga Kulchynska como la hábil sirvienta Susanna, un personaje central que encaja a la perfección con el resto del elenco; el barítono canadiense Joshua Hopkins como el Conde mujeriego, con un portento de voz que define muy bien la escena desde su lugar como antagonista; la soprano italiana Federica Lombardi como su angustiada esposa, figura femenina de delicada voz que, nos regala un par de arias sutiles y llenas de amor y delicadeza al grado de volverse memorables; y la mezzosoprano francesa Marianne Crebassa interpretando al paje adolescente Cherubino, que sin duda es el papel más divertido que le ha tocado realizar y que en esta producción se lleva la mayor cantidad de aplausos por su fenomenal representación explorando al máximo la cualidad sonora propuesta por Mozart y la teatralidad que el personaje le exige, volviéndose el personaje más sobresaliente del conjunto por ser también el más divertido y encantador.