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La icónica figura del Conde Orlok renace bajo la dirección de Robert Eggers en “Nosferatu”, una reinterpretación de la obra expresionista de 1922 con un enfoque moderno y visceral. Con un elenco estelar y una impecable dirección visual, esta nueva versión mantiene la esencia de terror gótico original, llevando al espectador a un viaje oscuro e hipnotizante.

Reimaginación de uno de los más grandes clásicos

La película original, dirigida por F.W. Murnau, es considerada como uno de los más grandes referentes del cine de terror, pese a que, en su momento, se ordenó destruir las copias originales. Cabe recordar que, por problemas legales por los derechos de autor, los realizadores no podían utilizar el nombre de “Drácula”, creado por Bram Stoker, por lo que decidieron bautizar a su vampiro como Orlok y nombrar a la película como “Nosferatu”. Desde 2019, la obra de Murnau entró al dominio público mundial.

Para la nueva versión de “Nosferatu”, Egger, bien conocido por películas como “La Bruja” y “El Faro”, combina su amor por el detalle histórico y la estética gótica. Opta por tonalidades frías que evocan a la versión original y por un diseño de producción meticulosamente oscuro. De tal forma, este filme se erige como un homenaje a la película de hace más de un siglo, pero también añade su propio toque.

El regreso del mítico vampiro

“Nosferatu” sigue a Thomas Hutter (Nicholas Hoult), un agente inmobiliario, que viaja al lúgubre castillo del Conde Orlok (Bill Skarsgård) para negociar la venta de una propiedad, pese a la petición de su esposa Ellen (Lily-Rose Depp) de no hacerlo. Tan pronto llega a la misteriosa morada del Conde, Hutter se ve envuelto en una atmósfera opresiva, donde la música y el diseño de sonido subrayan cada momento de tensión como una oda al cine expresionista alemán con tomas sumamente precisas y llenas de intención.

Entre tanto, “Nosferatu” explora la relación entre el Orlok y su principal víctima: Ellen Hutter. Para ello, Eggers recurre a un juego de sombras como un personaje más, reforzando la presencia ominosa del vampiro. Los efectos especiales son discretos, pero efectivos, mientras que el vestuario y el maquillaje añaden una autenticidad macabra a cada escena. Asimismo, se vale del gore para generar mayor impacto sin caer en lo excesivo, mientras que en los momentos más tensos se utilizan técnicas clásicas como acercamientos a la mirada del seductor vampiro.

Entre sombras, gritos y sangre

La elección de un elenco estelar, encabezado por Bill Skarsgård en el papel del Conde Orlok, es un acierto rotundo. Tras haber representado papeles icónicos del cine de horror y gótico como “It” y, más recientemente, el remake de “El Cuervo”, Skarsgård encarna atinadamente al vampiro nutriéndolo de una personalidad grotesca y mística. Aaron Taylor-Johnson y Lily-Rose Depp igualmente destacan en sus roles; de tal forma, la química entre los actores eleva la credibilidad de la narrativa.

Eggers dirige cuidadosamente cada secuencia a detalle y la impregna de simbolismo; por ejemplo, la plaga de ratas que se hace presente en pueblo establece una metáfora de la peste, una poderosa alegoría sobre la propagación del miedo y la enfermedad; de hecho, me recordó a “A Plague Tale: innocence”. En tanto, la música logra una sensación de constante inquietud valiéndose principalmente de órgano y coros lúgubres.

Honrando el legado de la mítica cinta con todo y su logo original, “Nosferatu” es una película que ciertamente exige paciencia por parte del espectador. No se trata de una producción que caiga particularmente en clichés, pero sí satisface con alguno que otro scary jump. Es una obra que, como en su concepción original y dentro de su muy peculiar contexto, invita a la reflexión de la inmortalidad y el deseo de una compañía dentro de una atmósfera oscura.

Detalles de Nosferatu

Trailer de Nosferatu